Me miras tras la mirilla
y aunque ya no me tocas,
siento que me susurras al oído.
Me estás ahogando,
aunque no respiremos el mismo aire,
pero has llenado mi cabeza de agua.
Voy a convertir mi boca en el grifo
que me vacíe de ti,
mis manos en el avión que me aleje,
mi estómago en el trozo de tierra que necesito pisar para recordar que
aunque dispares,
ya no me alcanzas.
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