martes, 28 de agosto de 2018

(Nunca el suficiente caos para escribir)

Puedo escucharte,
Puedo verte llorar y partirte en dos,
sentir que siempre has sido el segundo.
Estás en un lugar frío,
los edificios caen a tu alrededor sin poder tocarte,
pero yo puedo escucharte.

Nunca lo suficiente hermoso,
Nunca lo suficiente gigante,
Nunca lo suficiente feliz,
Porque son cosas que no existen.
Sin embargo puedo verte real,
tu voz puede llegar a gritar lo bastante alto, 
tus pliegues se doblan como las páginas de un libro.

¿Y quién no recuerda un libro?
Puedo convertirte en Jack y las judías mágicas llegando al cielo,
te veo descubriendo una isla y tú siendo el tesoro,
uno para todos y todos para uno siendo uno y no el segundo,
llega a Hogwarts y no te tapes la cicatriz,
sé un muñeco de madera que no se miente a sí mismo, 
Y cuando lo tengas claro mírame y dime lo estúpidos que fuimos.

Los segundos nunca fueron los primeros,
Los segundos descubrimos que somos los segundos con las personas que no merecen que seamos sus primeros. 
Puedo imaginarnos incendiando la tristeza de las casas deshabitadas,
viéndonos vivir con la tranquilidad de hacernos el querer,
de querer queriendo,
de hacer el bien esperando que al morir nos hayamos ganado un baile con Juana de Arco.
A ella no la salvaron los suyos,
aunque tú nunca tengas la certeza,
mientras podamos escucharnos las llamas nunca quemarán lo suficiente.



(Foto: Pinterest. La noche en la que yo era dos personas en la misma cama y tuvieron una conversación.)

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