Te seguía llamando cariño,
con el nudo en la memoria,
la llama apuntando al corazón
y la sangre en la boca.
Te seguía llamando cariño,
sin palabra, ni huellas dactilares,
sin pruebas que demostraran lo contrario
con tu mirada puesta en otra.
No me queda pena,
solo el último ramo,
la camisa rota,
mentira bajo las uñas (no debí tocarte),
la humillación de quien besa
a quien ignora que está
siendo besado.
Te seguía llamando cariño,
mientras dejaba de ser La Ciudad de paso
y me convertía en invisible,
ni tocará
ni podrá ser tocado.
Te seguía llamando cariño,
como quien reconoce
al enemigo que se ha enamorado.
pero... ¿Y yo que sé sobre picaduras?
No me queda miel,
como alivio, como respuesta,
como manera de reconstruirme.
He visto morir a una abeja
y ya no pienso en
si serás tú.
Ya no te sigo llamando, cariño.
Ay. Duele mucho.
ResponderEliminarTe mando el abrazo más grande, Jaweasley.
ResponderEliminarme encanta ��
ResponderEliminar